miércoles, 10 de agosto de 2011

Hola silencio.

Hace tanto que no sé de ti...
Nos separamos tan bruscamente; como un trueno que cae a escasos metros de nuestras caras, como una gravedad caprichosa que se lleva el más frágil de los jarrones... No te reprocho nada, ya sabes cómo soy. Quizás la culpa fue mía, no te cuidé como debería, o simplemente nuestra rivalidad te hiriese en algún punto de nuestros juegos. Pero te amo tanto... Te he echado tanto de menos...

Y es cuando no te he tenido, cuando me he dado cuenta de todos nuestros momentos: Cuándo mirábamos como tontos la luna, pensando que con nuestras mentes podríamos hacerla más llena y brillante; cuándo posaba sobre ti cualquier sonido, y lo hacías curioso, inteligente, digno de estudiar; cuando tu voz servía de banda sonora a mis pensamientos más profundos y que nunca pude escribir por no saber inmortalizarte; cuando mi respiración viajaba por los abismos de tus entrañas cuando imaginábamos lo que jamás contaremos a nadie. Pero te amo tanto... Te he echado tanto de menos...

Me conoces bien, me atrevería decir que eres el único que lo hace, el único que  me escucha más allá de lo que digo, y es que quiero ser como tú.
Viviendo en las miradas fugitivas de sus dueños, en las revoluciones fallidas, entre los latidos de mi corazón y el suyo, en los asombros, en la noche, en mis noches, entre los fulgurantes jadeos de las almas rotas de sexo, en mis ganas de gritar, en mis ganas de llorar, en mis ganas de llorar, en mis ganas de gritar. Pero te amo tanto... Te he echado tanto de menos...

Sé que no tardarás en volver a irte, y de la misma forma que hiciste la última vez, como la gravedad que atrae a un rayo rompiendo un jarrón enfrente de nuestras caras. Pero cuando te vayas recuerda volver, aun que solo sea un momento, unos segundos, unos instantes, pues te necesito tanto como tú necesitas el sonido, como tú necesitas el ruido, como tú necesitas mis noches.

No hay comentarios:

Publicar un comentario